Es una costumbre en las ciencias, acuñar términos rimbombantes en pro de mejorar la comunicación, pero las ideas detrás de estas etimologías son mucho más añejas.
Tomense los siguientes como ejemplo:
* Sustentabilidad y biodiversidad. "En su época no se hablaba de sustentabilidad y biodiversidad, conceptos que han sido de moda a partir de la Cumbre Mundial sobre Desarrollo y Medio Ambiente en Río de Janeiro 1992, justo un año después de su fallecimiento, pero “él los enseñó desde los años cincuenta”, comenta Marco Antonio Vásquez , profesor-investigador del Instituto Tecnológico del Valle de Oaxaca (ITVO). “Esta fue la gran aportación de Hernández X, de decir: No sólo existen conocimientos científicos generados en un campo de cultivo controlado. Existe toda una acumulación y transmisión de conocimientos entre los campesinos, fenómenos que ni los sociólogos y antropólogos habían visto con tanta claridad. Habían estudiado algunos aspectos, pero nunca el conocimiento práctico, aplicado a la producción. Muchos antropólogos pensaron que era patrimonio de los agrónomos estudiados en las universidades. Pero el maestro era un hombre que se adelantó muchísimo su tiempo. Propuso que los académicos fueran interdisciplinarios, incluyendo a ciencias sociales y naturales. Dijo, que necesitamos lazos para entender al otro científico, al científico de guarache. Quizás lo dijo como metáfora, pero era muy respetuoso de ellos. Gracias a él se revaloró la Ciencia Campesina."
* Conocimientos etno-ecológicos. "El maestro Hernández X, con maestría en la famosa universidad de Harvard, desde su regreso de Estados Unidos percibía la sabiduría campesina. Inicia colectando germoplasma, y de repente se da cuenta que el campesino sabe predecir el clima. Por ejemplo, los campesinos zapotecas del Istmo se fijan en los nidos colgantes de las calandrias, para ver que tan largos o cortos son. De esta forma saben cuánto viento va a haber. "
* Metodología. Nos relata el maestro Hernández Xolocotzi: "Para mí, la medida más convincente de un buen hortelano, un buen agricultor, un buen agrónomo, la da su capacidad para proporcionar al cultivar el medio más favorable para el desarrollo deseado. En el caso del indígena, la demostración de su habilidad como agricultor es su supervivencia a través de los siglos, a pesar de su dura experiencia con la expansión de la cultura occidental -persecución, desplazamiento, violencia contra su cultura, rapto de sus mujeres, muerte-. Por otro lado, no siempre es fácil descifrar algunos de sus conceptos y acciones, fundamentales en el manejo del medio proporcionado al cultivar. Nos es fácil catalogarlos como ignorantes, desconociendo el cariño, la meditación, el esfuerzo creador que han vertido en el proceso domesticador de las plantas y en el mismo proceso de ciencia agrícola.
Pongamos como ejemplo al agricultor de temporal, una de las tres categorías de "tonto" según el folklore citadino mexicano. Este grupo de agricultores se ha venido enfrentando al problema más difícil de la investigación agrícola y en realidad hemos fallado al no aprender mucho más de sus conocimientos. Durante la recolección de maíz en Tlaxcala encontramos a un agricultor viejo y su familia durante la siembra de su parcela. Solicitamos ver la semilla que usaba y al sacar una muestra encontramos una mezcla de maíz amarillo, maíz morado, maíz blanco y una revoltura de frijol.
Cuál de estos maíces es más breve? -pregunté.
Dijo el viejo, canoso, de piel arrugada y curtida: -El amarillo es de cinco meses, el morado de seis y el blanco de siete.
-Y cuál rinde más?
-El amarillo poco, el morado un poco más y el blanco es mejor.
-¡Ah! y por qué no siembra puro blanco en lugar de esa revoltura?
El viejo sonrió mostrando unos dientes cristalinos y pequeños como los granos del maíz reventador.
-Eso es lo que dijo mi hijo. Pero dígame, señor, cómo van a venir las lluvias este año?
-Oigame, yo soy agrónomo, no adivino.
Ya ve. Sólo Tata Dios sabe. Pero sembrando así, si llueve poco, levanto amarillo; si llueve más levanto más, y si llueve bien, pues levanto un poco más de las tres clases.
Y así es. En países avanzados pueden reírse, pero no olvidemos que su progreso y nuestra batalla nacional contra la escasez de maíz, brota de las raíces culturales de esa gente.
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